Nunca antes una noticia relacionada con Twitter tuvo tanto recorrido en los principales medios de comunicación.
El pasado viernes, el perfil de Mariano Rajoy en Twitter registraba un aumento significativo en el número de seguidores, todos ellos con un factor en común: eran árabes-parlantes.
Si el 3 de septiembre la cuenta del presidente contaba con 527.565 seguidores, durante la mañana del viernes, la cifra alcanzaba los 589.191.
Rápidamente, Twitter se apresuró a eliminar los seguidores árabes del perfil de Rajoy, descendiendo la cifra drásticamente hasta los 555.945 followers.
Todo este vaivén de seguidores fue la comidilla del día no solo en los medios, sino también en la propia red social, donde tardaron poco en aparecer el sentido del humor que caracteriza a Twitter.
Pero, ¿a qué se debe esta avalancha de seguidores? Desde Moncloa, negaron la compra de seguidores y atribuyeron el fenómeno a que alguien ha troleado la cuenta del presidente. En concreto, achacaban el problema a un bot, un programa que automáticamente crea comentarios en una multitud de cuentas falsas y que éstas pasen a seguir el perfil.
Hay quienes afirman que el aumento de seguidores de la cuenta de Rajoy se debe a una estrategia para superar en número de seguidores al perfil de Pablo Iglesias, líder de Podemos.
El problema de todo este entramado, es que la compra de ‘followers’ puede generar en poco tiempo una falsa popularidad en la red y una mala reputación, ya que al fin y al cabo es hacer trampas para ganar adeptos. En esto es en lo que consiste el Astroturfing.
El término proviene de una marca estadounidense de césped sintético llamada AstroTurf y se popularizó para referirse al fenómeno porque da cuenta de su característica central, la de producir artificialmente algo que debiera ser natural.
El Astroturfing lo practican tanto empresas como particulares y sus modalidades son casi infinitas, desde crear corrientes de opinión, individuos que se hacen pasar por periodistas, compra de ‘followers’ masiva para otro usuario con el objetivo de perjudicar su reputación e, incluso, para fomentar la guerra ideológica en zonas de conflicto.
El caso de Mariano Rajoy no es el único que se ha visto afectado por un caso similar. Recordemos que en 2012, durante las elecciones estadounidenses, la cuenta de Mitt Romney (@mittromney) incrementaba en 100.000 los seguidores de su cuenta. La subida se produjo durante un fin de semana y no hubo ninguna noticia o acción política simultánea que justificara esa variación. ¿Otro caso de Astroturfing? Nunca se llegó a saber.
Lorena Falero Google+
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